Hace un mes se perdió un avión en el cielo, un cacharro de 300 toneladas con 239 personas a bordo. Hace un siglo los aviones (de madera y telas) volaban a la vista del público. Hace mas de 75 años, cuando los aviones se perdían de vista nadie sabía donde estaban. En aquella época se desarrolló el RADAR (Detección y Estima de distancia mediante radio, sus siglas en inglés), que permite seguir la trayectoria y sobre todo, determinar la distancia de los aviones. Las ondas de la radio hacen esto mejor que las ondas de luz.
Ambas son ondas electromagnéticas. Alrededor de cada carga eléctrica del universo hay un campo eléctrico, como una lona tensa, digamos blanca, sobre la cual hay una bola pesada que la distorsiona. Cuando la bola se mueve sobre la lona, esta cambia de forma y el cambio se transmite desde la bola al borde de la lona.
Cuando las cargas eléctricas se mueven, generan variaciones en sus campos eléctricos, y al mismo tiempo producen otras ''lonas'' (negras) perpendiculares a las primeras, los campos magnéticos. Entre las lonas blancas y las negras las variaciones se propagan en forma de oscilaciones como de serpiente, ondas sinusoidales, hasta los confines del universo. Se llaman ondas o radiación electromagnética (EM)
Dependiendo de la velocidad con que oscilan las cargas eléctricas, las ondas son más anchas o más estrechas entre sus crestas, como las olas del mar, que a veces nos golpean cada 10 segundos y a veces cada minuto. Las ondas EM que ven nuestros ojos son las mismas que usan los médicos para ver nuestros huesos con los Rayos X, o que utilizamos para calentar comida en un microondas o para recibir las señales de la televisión y la radio. La única diferencia es su anchura, la distancia entre sus crestas, que llamamos longitud de onda.