Físicos de la Escuela de Ingeniería y Ciencias Aplicadas (SEAS) de la Universidad de Harvard han propuesto la creación de un nuevo dispositivo capaz de aprovechar la energía de las emisiones infrarrojas que la Tierra envía hacia el espacio exterior. Según los investigadores, se trataría de una fuente energética gigantesca, eterna, renovable y aún sin explorar. Describen los requisitos tecnológicos que permitirían convertir en realidad este potencial en la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU. (PNAS).
Calentado por el Sol, nuestro planeta se mantiene templado en comparación con el vacío y gélido espacio. Lo que los investigadores quieren hacer es aprovechar los últimos avances tecnológicos para transformar ese desequilibrio térmico en una corriente continua de energía.
«En un principio, no resulta nada evidente comprender cómo se genera una corriente continua mediante la emisión de luz infrarroja en el espacio libre hacia el frío», reconoce Federico Capasso, autor principal del estudio y un experto de renombre mundial en física de semiconductores, fotónica y electrónica de estado sólido. Coinventó el láser cuántico en cascada de infrarrojos en 1994. «Generar energía mediante la emisión y no por la absorción de la luz, es raro. Tiene sentido una vez que se piensa en ello, pero es muy contradictorio. Estamos hablando de la utilización de la física en nanoescala para una aplicación completamente nueva».
Lo que proponen Capasso y su equipo de investigación, algo que reconocen difícil de entender hasta que no se ven los cálculos, es algo parecido a un panel solar fotovoltaico, pero en lugar de capturar la luz visible entrante, el dispositivo se basaría en generar energía eléctrica mediante la liberación de la luz infrarroja. Como resultado, la potencia es modesta, pero real.
El grupo sugiere dos tipos de recolectores de energía emisiva: uno que es análogo a un generador de energía solar térmica, y uno que es análogo a una célula fotovoltaica. Ambos se ejecutan a la inversa.