El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, ha autorizado el uso de la primera terapia biológica para combatir el cáncer de ovario en fases avanzadas, la molécula bevacizumab, capaz de frenar el crecimiento de estos tumores y retrasar su evolución, la aparición de síntomas y la consiguiente recaída. La aprobación de este medicamento, que comercializa la farmacéutica Roche bajo el nombre de «Avastin», representa un «momento histórico», según ha reconocido Antonio González, presidente del Grupo Español de Investigación en Cáncer de Ovario (GEICO) y jefe del Servicio de Oncología Médica del Centro MD Anderson de Madrid, ya que llevaban casi 20 años sin novedades terapéuticas frente a estos tumores, de los que se detectan unos 3.000 nuevos casos cada año en España.
El problema de este tipo de cáncer, el tumor ginecológico con más mortalidad por delante del cáncer de cuello de útero, es que su diagnóstico precoz es muy complicado. De hecho, en el 75 por ciento de los casos se detecta cuando la enfermedad está avanzada, de ahí que los oncólogos calculan que entre el 50-60 por ciento de las pacientes podría beneficiarse de esta nueva terapia.
El tratamiento estándar desde hace casi 20 años se basaba en el uso de la cirugía para eliminar el tumor, incluso a niveles microscópicos, seguido de un posterior tratamiento con quimioterapia combinando carboplatino y placitaxel. Pero ahora, este nuevo fármaco se administra por vía intravenosa al mismo tiempo que el tratamiento quimioterápico cada tres semanas (21 días) durante seis ciclos, tardando una hora y media en la primera dosis y «apenas 30 minutos en las posteriores», apunta González. Y después de estos seis ciclos, se seguiría administrando en solitario (ya sin quimioterapia), también cada tres semanas, hasta completar 15 meses de tratamiento.
Los resultados de los ensayos clínicos que han propiciado su aprobación demostraron que el bevacizumab aporta beneficios a todas las mujeres con tumores en estadio III y IV, logrando reducir la probabilidad de que la enfermedad progrese en un 30 por ciento. De hecho, el tiempo de supervivencia libre de progresión pasó de los 10 meses de media que se conseguían con la quimioterapia a una media de hasta 15-16 meses. A ello habría que unir la ausencia de efectos secundarios adicionales, ya que el fármaco es generalmente «bien tolerado». «Esto repercute en la calidad de vida de nuestras pacientes», según ha reconocido el director del Área Clínica de Oncología Ginecológica del Instituto Valenciano de Oncología (IVO), Andrés Poveda, ya que estas pacientes «lo que no quieren es recaer».
Además, en el subtipo de pacientes en las que el tumor se encuentra de forma residual tras la cirugía es donde más beneficios se han observado, siendo capaz además de reducir hasta un 22 por ciento su mortalidad. En cambio, por el momento no hay datos de que demuestren que sea eficaz en los estadios iniciales (I y II).
Este beneficio se consigue gracias al mecanismo de acción del fármaco, ya que actúa contra el proceso de angiogénesis del tumor por el cual éste crea su propia red de vasos sanguíneos para seguir creciendo. En este proceso juega un papel importante el receptor del factor del crecimiento endotelial vascular (VEGF, en sus siglas en inglés), una proteína que juega un papel clave en otros tumores pero que en los de ovario se encuentra en concentraciones elevadas.
El bevacizumab actúa inhibiendo esta proteína para impedir el aumento y la diseminación del tumor y, según ha reconocido Poveda, aunque este fármaco también se usa frente a otros tumores como mama, colorrectal o riñón, «en ovario es donde más eficacia se ha visto». «Antes con la quimioterapia usábamos artillería pesada para tratar estos tumores, pero esto conllevaba unos efectos secundarios, y ahora somos más precisos al tratar la enfermedad», ha defendido.
El fármaco llega a España después de que la Agencia Europea del Medicamento (EMA, en sus siglas en inglés) autorizara su uso en diciembre de 2011, pero hasta ahora no se había fijado un precio para su reembolso en el Sistema Nacional de Salud (SNS). No obstante, a pesar de no contar con un precio oficial ambos expertos han reconocido que desde la aprobación europea ya comenzó a utilizarse a través de programas de uso compasivo o expandido. Aunque reconocen que se trata de un medicamento caro, en este caso hay que tener en cuenta también «el valor que aporta», según ha defendido Antonio González, en una enfermedad para la que ahora hay nuevas alternativas «después de años y años de investigación».