Carlos Matilla, estudiante de ingeniería naval y aeronáutica, busca dos millones de euros para poner en el aire el primer aeromóvil «marca España». El ingenio despega en vertical, vuela a mil metros de altura y alcanza los 430 km por hora
Pero desde hace ya unos meses, todas sus energías se las lleva el Helikar, el primer coche volador con matrícula española, un ingenio capaz (de momento solo sobre el papel) de cubrir la distancia entre Madrid y Granada (430 kilómetros) en una hora y sin repostar.
Carlos es la cara en España de la empresa Fuvex (nombre con el que rinde homenaje a Fuve, la asociación universitaria con la que compite en concursos internacionales de artefactos no tripulados) que creó junto a José Joaquín Vila, un veterano ingeniero experto en helicópteros que propuso al joven la idea del Helikar al observar su talento después de colaborar en la versión ‘drone’ de un autogiro. Vila trabaja en México DF, donde cada día cientos de altos ejecutivos y millonarios recurren al helicóptero para salvar los salvajes atascos de la capital azteca y, de paso, la posibilidad de sufrir un secuestro. Lo mismo sucede en Sao Paolo, Singapur o Nueva York. Fuvex vio ahí una oportunidad de negocio y se puso a trabajar en todo el tinglado técnico y en el diseño del aeromóvil, que recuerda a los coches voladores de ‘Blade Runner’, una película que ha servido de inspiración a Matilla.