Las arañas tienen una enorme capacidad para adaptarse a condiciones ambientales extremas, lo que les permite vivir en lugares variados y tan inhóspitos como el desierto o el Ártico. El papel depredador que desarrollan en los distintos ecosistemas que habitan es fundamental a la hora de mantener el equilibrio ecológico de los insectos y evitar las plagas. Tanto para alimentarse como para defenderse, los arácnidos generan una seda más resistente que el acero y un veneno tan tóxico que en algunas especies puede resultar letal para el ser humano. Ambas facultades les ayudan a capturar a presas hasta siete veces más grande que ellos y empleando la mínima energía.
Ahora, un equipo de investigadores liderado por científicos de la Universidad de Aarhus (Dinamarca) acaba de descifrar la secuencia completa del genoma de una araña africana (Stegodyphus mimosarum) y partes del genoma de una tarántula brasileña(Acanthoscurria geniculate), conocida como tarántula de rodillas blancas por el blanco pelaje que rodea sus articulaciones.
En concreto, los datos recopilados identifican nuevos genes y proteínas involucrados en la generación de la seda y en la producción del veneno que, hasta ahora, eran desconocidos para la ciencia a pesar de que algunos fragmentos de material genético ya habían sido secuenciados en el pasado.
«El estudio identifica nuevas proteínas que probablemente estén involucradas en el proceso de activación de las toxinas del veneno y que aportan nuevos datos sobre la composición de las proteínas de la seda», señala el estudio publicado en la revista Nature Communications.
«Lo más novedoso aquí es que se ha conseguido secuenciar el proteoma de un arácnido; es decir, la relación que existe entre los genes y las proteínas», explica el investigador Jordi Moya Laraño de la Estación Experimental de Zonas Áridas -CSIC. «Nunca antes se había encontrado la relación entre tantas proteínas con sus genes. Esta investigación encuentra nuevas asociaciones entre los genes y las proteínas que cumplen una función. En el caso de la araña utiliza la seda de araña para cazar mientras que la tarántula para envolver los capullos», detalla.
Según la investigación, existen al menos «dos tipos de espidroínas, las proteínas que componen la seda». El estudio abre las puertas hacia un mejor conocimiento de la evolución de estos depredadores porque, hasta ahora, las investigaciones habían estado «limitadas» por la «carencia casi completa de la secuencia de ADN de la especie».
El análisis revela que el tamaño de los genomas de ambas especies difiere en gran medida. Mientras la secuencia de la araña africana es similar en longitud a la del ser humano (2.500 millones de unidades básicas, frente a los 3.000 millones del genoma humano), el genoma de la tarántula tiene un tamaño más de dos veces superior (6.500 millones de letras del código genético).
Según los autores, este avance permitirá ir más allá en las investigaciones sobre el uso del veneno y la seda, ya que ambas sustancias tienen especial interés para la industria. Así, el veneno se estudia en los laboratorios debido a sus propiedades estructurales y químicas y a sus posibles aplicaciones farmacológicas tanto para su uso como insecticida como para la producción de posibles antídotos contra determinadas toxinas. «Gracias a estos estos nuevos datos se podrá investigar su uso en la producción de neurotoxinas e insecticidas», señala el informe.
Por otro lado, la elasticidad y resistencia de la seda son de especial interés en el ámbito de la medicina, por ejemplo, en su empleo como material de sutura quirúrgica reabsorbible.