
Fue el pasado mes de septiembre cuando
«The Telegraph» decidió abroncar a España en sus páginas a cuenta de la castiza siesta española. Esta sana tradición, que ni mucho menos es una costumbre extendida en nuestro país —pocos trabajadores tienen la suerte de dar unas cabezadas a mitad de jornada— era calificada por el rotativo británico como un
serio retroceso que solo contribuía a que la productividad de los españoles descendiera notablemente.
El artículo, que «The Telegraph» ilustraba con la llamativa imagen de un señor obeso dormido sobre una silla, conminaba a los españoles a adaptarnos más pronto que tarde al huso horario británico, un sistema que nuestro país abandonó en 1940.
Ahora es
«The New York Times» el que se suma a la reprimenda a España a causa de los horarios. En un artículo titulado
«España, el país de las cenas a las 10 P.M, preguntaos si no es hora de cambiar los horarios» el periodista Jim Yardley elabora un completo repaso por las costumbres y forma de vida española, sus cenas tardías, su «prime-time» televisivo y, como no, su siesta.