2.19.2014

Termitas robóticas autómatas capaces de construir edificios

La idea es vieja, casi tanto como la propia Literatura. Pero tan compleja de llevar a la práctica que ha estado milenios durmiente sin que su atractivo pudiese vencer las limitaciones de la tecnología. Quizá los replicantes del Blade Runner de Ridley Scott sean los autómatas usados por el ser humano para trabajar que mayor fama han alcanzado. Pero las referencias a este sueño son tan viejas como la imaginación. Ya la vieja leyenda griega de Los Argonautasdescribe como los marineros crean un perro autómata para que cuidase de su navío en su ausencia. Un esqueleto de plata capaz de tomar sus propias decisiones sirve las copas y recoge los platos sobre la mesa de uno de los festines del Satiricón de Petronio, escrito en el Imperio Romano durante los primeros años después de Cristo. Y las referencias serían interminables desde el Romanticismo alemán encarnado por la mágica literatura de E. T. A. Hoffmann (El hombre de arena) hasta la taquillera película de James Cameron Terminator.
Pero donde no hay tantas referencias es en la ciencia sin ficción. La resolución de problemas de forma autómata supone uno de los grandes retos para la robótica actual. El simple hecho de tomar consciencia de un espacio (como una habitación) es algo que los seres humanos videntes hacemos sin darnos cuenta, pero no es cuestión baladí para un robot. Y lo mismo sucede con el desarrollo de tareas, como las de construcción. Pero esto está empezando a cambiar también en los laboratorios de robótica y de ingeniería. El último éxito acaba de realizarse en la Universidad de Harvard, donde un equipo científico ha creado pequeños robots inspirados en las termitas y su forma de trabajar capaces de construir estructuras complejas de forma autónoma, sin seguir planos ni complicadas directrices indicadas por un cerebro central que dirija la operación.
Según describen los autores en un trabajo publicado en la revistaScience, el usuario sólo tiene que especificar la estructura que desea y el sistema de termitas robóticas se pone manos a la obra elaborando de forma autónoma sencillas normas que les permitan llevar a cabo la construcción. Los robots sólo usan siete sensores infrarojos para detectar los patrones blancos y negros que tienen los ladrillos y poder operar con ellos. Después están dotados de un sistema que les permite escalar por la propia estructura que ellos mismos van creando y de cinco sensores ultrasónicos para evaluar su propia posición y mantener la distancia en el perímetro del 'edificio'.